Un escándalo ha estallado en el ámbito político argentino tras la filtración de una serie de audios en los que Martín Menem, presidente de la Cámara de Diputados, instó a los legisladores de La Libertad Avanza a generar desorden en la sesión programada para este miércoles. En esta cita se debatió el Decreto de Necesidad y Urgencia (DNU) 179/25 que habilitó al presidente Milei a contraer un nuevo prestamos con el Fondo Monetario Internacional (FMI).
En un mensaje de voz enviado al chat de WhatsApp del bloque libertario, Menem pidió explícitamente un clima de caos: «Los quiero gritándome, a los gritos, puteando, nada de algo pacífico», afirmó. Además, enfatizó la importancia del momento, señalando: «Es la sesión más importante de los últimos 20 años para ser parte de la historia. Dientes apretados en todo momento. No bajemos la guardia».
Una estrategia coordinada para el desorden
Los audios filtrados también revelan que la diputada Nadia Márquez organizó un listado de legisladores responsables de crear disturbios durante la sesión. Entre ellos se encuentran Mercedes Llano, Lilia Lemoine, Álvaro Martínez, César Treffinger y Claudio Lisandro Almirón. Esta maniobra se añade a los incidentes ocurridos la semana pasada, donde una pelea entre los diputados de La Libertad Avanza y la oposición llevó a la suspensión de la sesión.
Un Congreso blindado y un clima de tensión
Mientras se desataba este escándalo, el Congreso amaneció blindado por un importante operativo de seguridad, con 900 efectivos de la Policía de la Ciudad y fuerzas federales desplegados para contener la marcha de jubilados y prevenir desmanes en los alrededores del recinto legislativo.
El escándalo desatado por los audios de Menem pone en jaque la institucionalidad del Congreso y refuerza la percepción de que el oficialismo prioriza la confrontación por encima del debate democrático. Esta revelación no solo erosiona la confianza en las instituciones, sino que también plantea interrogantes sobre el futuro de la gobernabilidad en un momento crítico para la política argentina.
Los audios implican una estrategia deliberada que apunta a desestabilizar el proceso legislativo, lo que sin duda tendrá repercusiones en la opinión pública y podría incitar nuevas tensiones en un país ya polarizado. El clima de confrontación y caos que se vislumbra en el horizonte legislativo abre la puerta a múltiples interrogantes sobre los límites de la democracia y el respeto hacia las instituciones.