El presidente Javier Milei volvió a exhibir su sintonía ideológica con los sectores más duros de la derecha latinoamericana al celebrar públicamente la victoria de José Antonio Kast en el balotaje presidencial de Chile. Lo hizo durante una cena organizada por la Fundación Faro, el think tank libertario que conduce Agustín Laje, referente de la ultraderecha regional, en un exclusivo club privado de Puerto Madero.
Ante un auditorio compuesto por empresarios, funcionarios, legisladores y dirigentes de La Libertad Avanza, el mandatario interpretó el resultado electoral chileno como una confirmación de su propia narrativa política. «Es una señal más de que Sudamérica ha despertado y que ha empezado a girar indefectiblemente hacia las ideas de la libertad, lejos de la calamidad del socialismo del siglo XXI», sostuvo, en una lectura que reduce procesos sociales complejos a consignas ideológicas.
Lejos de moderar su discurso institucional, Milei insistió en la denominada «batalla cultural» y volvió a recurrir a expresiones descalificadoras para referirse a quienes no comparten su visión política. «Esta gente nunca se rinde, porque viven de chuparle la sangre al otro», afirmó, al tiempo que los calificó como «vampiros profesionales» y «vagos permanentes», reforzando un tono confrontativo que ya se volvió habitual desde su llegada a la Casa Rosada.
La cena tuvo además un claro objetivo político y financiero: recaudar fondos a través de aportes de empresarios afines al oficialismo, en un contexto en el que el Gobierno impulsa un fuerte ajuste sobre el conjunto de la sociedad, mientras fortalece vínculos con sectores concentrados del poder económico.
En el inicio de su discurso, Milei hizo referencia al atentado ocurrido el domingo en Australia durante la celebración de la festividad judía de Janucá, y expresó su solidaridad con la comunidad judía. En ese marco, advirtió sobre el avance del antisemitismo a nivel global y lo vinculó con lo que definió como una amenaza contra la libertad. «Son asesinos que están dispuestos a matar a sangre fría por diferencias», afirmó.
Sin embargo, el Presidente utilizó ese contexto para volver a cargar contra el denominado movimiento woke, al que responsabilizó por «exigir mirar para otro lado» frente a hechos de violencia y extremismo. «Nuestro deber es alertar con claridad que lo que está mal, está mal», sostuvo, en una definición amplia que volvió a mezclar terrorismo, disputas culturales y adversarios políticos internos.
De este modo, Milei reafirmó su estrategia de construir liderazgo a partir de la confrontación permanente y del alineamiento con figuras y espacios de la derecha radical internacional, mientras traslada la agenda ideológica al centro del debate público, aun en medio de una profunda crisis económica y social que golpea a amplios sectores de la población.
