La violenta declaración de Milei en una conferencia libertaria: “Sí, soy cruel… y lo seré con los empleados públicos”

En un nuevo gesto de desprecio hacia los trabajadores del Estado, el presidente Javier Milei volvió a mostrar su costado más violento y deshumanizante. Durante una cena privada en el Yacht Club de Puerto Madero, ante empresarios, funcionarios y dirigentes de La Libertad Avanza, lanzó una frase que ya genera repudio: “Sí, soy cruel… y lo seré con los empleados públicos”. Mira el video en el interior de la nota

Lejos de la prudencia que requiere el cargo, el mandatario profundizó su campaña de estigmatización y maltrato contra quienes forman parte del aparato estatal, a los que tildó de “kukas inmundos”, “gastadores” y “estatistas”, en una diatriba cargada de odio ideológico. A su entender, la “crueldad” sería una virtud dentro de su estrategia económica, al afirmar que “ajustar al fisco es devolverle el dinero a la gente”.

 

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Desde su asunción, Milei ha encabezado uno de los ajustes más brutales en la historia democrática argentina. En apenas cinco meses, su administración despidió a más de 45.000 trabajadores del Estado, desmanteló áreas estratégicas y dejó a cientos de familias sin sustento, mientras los servicios públicos se deterioran visiblemente.

Las declaraciones del presidente no son un exabrupto aislado, sino parte de una lógica sistemática de desprecio por lo público. Mientras promueve negocios y privilegios para sectores concentrados, Milei criminaliza y humilla a quienes trabajan todos los días para sostener escuelas, hospitales, programas sociales y políticas de Estado en todo el país.

El impacto de sus palabras fue inmediato. Desde ATE (Asociación de Trabajadores del Estado), salieron a denunciar “un ataque planificado y peligroso” contra los derechos laborales y advirtieron que se preparan medidas de fuerza y convocatorias a paro. “No es solo un insulto: es violencia política contra miles de familias trabajadoras”, señalaron.

En medio de una profunda crisis económica y social, con salarios pulverizados, inflación persistente y caída del consumo, el presidente elige el camino de la provocación y la confrontación. Pero esta vez no se trata de una disputa partidaria: se trata del desprecio explícito hacia quienes sostienen con su trabajo al Estado nacional, provincial y municipal.

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