La multinacional de electrodomésticos Whirlpool anunció el cierre definitivo de su planta de lavarropas ubicada en el Parque Industrial de Fátima, en Pilar, y el despido de 220 trabajadores. La firma dejó en claro que abandona su esquema productivo local para pasar a un modelo centrado exclusivamente en ventas y distribución.
Según explicaron desde la compañía, el cierre se debe a un conjunto de factores: el fuerte aumento de las importaciones, un consumo interno debilitado y la falta de competitividad de la producción nacional. Como consecuencia, la fábrica, inaugurada en 2022 tras una inversión de US$ 52 millones y pensada para producir unas 300.000 unidades anuales, no logró alcanzar los niveles de eficiencia ni agilidad necesarios para sostener el proyecto.
Los despidos alcanzan tanto a operarios como a personal técnico de áreas críticas como ingeniería y control de calidad. A cambio, la empresa mantendrá en Argentina su red comercial y de distribución, que conservaría entre 100 y 120 puestos laborales.
Para los trabajadores, la noticia fue un golpe inesperado: varios denunciaron que no hubo aviso previo y que recibieron la orden de desvinculación de forma abrupta. «Nos trajeron un transporte para los que quieran irse», contó uno de los empleados afectados. Los operarios, incluyendo administración y recursos humanos, permanecen en planta, exigiendo explicaciones y una respuesta coherente.
Este colapso productivo se suma a un contexto general de pérdida de empleo industrial desde la asunción del gobierno de Javier Milei, en diciembre de 2023. Con este cierre, al menos 220 familias argentinas pierden su fuente de ingreso directo, un golpe más en una economía en crisis y en permanente tensión por la importación masiva y la caída del consumo.
