
Por Mariangel Oviedo Andrada
En los últimos años, la inteligencia artificial (IA) se ha convertido en parte de nuestra vida diaria: desde los asistentes de voz en el celular hasta las recomendaciones de películas o los filtros que usamos en redes sociales. Pero detrás de esa magia hay un costo oculto: entrenar y usar estos sistemas consume una enorme cantidad de energía.
Un ejemplo claro: entrenar un modelo de IA como los que hoy generan texto o imágenes puede consumir tanta electricidad como la que utiliza un hogar promedio en más de 20 años. Ese gasto energético no solo encarece el uso de la tecnología, sino que también plantea un desafío ambiental.
El cambio de paradigma: chips que funcionan con luz
Un grupo de investigadores acaba de presentar un chip fotónico, es decir, un dispositivo que en lugar de trabajar con electricidad (como lo hacen los chips tradicionales) utiliza luz para procesar información.
La gran ventaja: la luz puede viajar y transmitir datos mucho más rápido que los electrones, y con mucho menos gasto energético. Según los primeros resultados, este tipo de chip permitiría que las inteligencias artificiales funcionen hasta 100 veces más eficientes en términos de consumo de energía y velocidad de cálculo.
En pocas palabras: IA más rápida, más barata y más amigable con el planeta.
Cómo funciona hoy la IA y en qué cambiaría
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Actualmente:
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Los modelos de IA corren en GPUs (unidades de procesamiento gráfico) y en CPUs (procesadores centrales).
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Estos chips usan electricidad para mover electrones por millones de transistores diminutos.
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Cuanto más grande y complejo es el modelo, más energía necesita y más calor genera. Por eso los centros de datos tienen sistemas de refrigeración gigantescos.
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Con chips fotónicos:
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La información no viaja como corriente eléctrica, sino como pulsos de luz dentro de circuitos ópticos.
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La luz no se calienta, no pierde energía y viaja casi sin fricción.
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Esto permitiría entrenar modelos más grandes sin multiplicar el gasto energético.
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Qué significa esto para la vida cotidiana
Si esta tecnología se vuelve masiva en los próximos años, podríamos ver:
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Celulares y computadoras capaces de correr IA avanzada sin quedarse sin batería.
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Servicios de IA más baratos porque los centros de datos gastarían mucho menos en electricidad.
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Menor impacto ambiental, reduciendo la huella de carbono de una de las industrias más demandantes de energía.
El futuro cercano
Aunque todavía está en fase de laboratorio, el chip fotónico es un ejemplo de cómo la ciencia busca soluciones a problemas muy concretos: la eficiencia y la sostenibilidad tecnológica.
Así como hace 20 años nos parecía impensable que un celular tuviera más poder que las computadoras de la NASA en los 70, en unos años podríamos tener IA alimentada por luz en dispositivos de uso diario.
La pregunta que queda abierta es: ¿cómo cambiará nuestra forma de usar y democratizar la inteligencia artificial cuando no esté limitada por el costo energético?