El Gobierno de Javier Milei pidió la última licitación del año, donde el Tesoro deberá enfrentar vencimientos por $40 billones, una cifra que desnuda la magnitud del endeudamiento en pesos acumulado y la dependencia cada vez mayor del propio Estado para evitar un default doméstico. De ese total, $13 billones están en manos privadas, un monto sensible en un contexto de incertidumbre económica para la sociedad argentina.
Mientras La Libertad Avanza celebra el supuesto «retorno» de la Argentina al mercado de capitales gracias a la colocación de un bono en dólares a 2029, puertas adentro el Ministerio de Economía lanzó un menú de 10 instrumentos financieros para tentar a un mercado que ya conoce de memoria la estrategia: refinanciar deuda vieja con deuda nueva, apoyándose principalmente en organismos públicos como el Banco Central y el Fondo de Garantía de Sustentabilidad, que concentran la mayor parte de las tenencias. Es decir, el Estado rescatándose a sí mismo.
El Gobierno intenta mostrar fortaleza señalando que en la licitación anterior logró renovar el 96% de los vencimientos, unos $13,99 billones, producto de un volumen de ofertas que alcanzó los $14,68 billones, pero detrás del discurso triunfalista se oculta una verdad incómoda: la mayor parte de esa «fuerte demanda» provino del propio sector público, no de una confianza genuina del mercado privado.
Esta nueva licitación vuelve a reflejar el dilema central del programa libertario: Milei promete «ordenar» la economía mientras profundiza un esquema donde el Tesoro depende del mismo Estado para sostener su deuda en pesos, todo mientras avanza con un ajuste que golpea a la sociedad y al aparato productivo.

