La noche del martes volvió a dejar en evidencia el costo humano del ajuste: un grupo de jubilados decidió encadenarse en la Plaza del Congreso para denunciar el deterioro brutal de sus ingresos y la falta de respuestas del gobierno nacional. La vigilia, que se extendió hasta la mañana del miércoles, acompañó la tradicional jornada de protesta que los adultos mayores sostienen semana a semana ante la pérdida constante de poder adquisitivo.
«Digamos basta, todos a la calle. Vienen por todo», se leía en los carteles y banderas que rodeaban a las siete personas mayores que pasaron la noche en reposeras, al sol, sin siquiera poder acceder a baños químicos porque, según denunciaron, el operativo de seguridad se los prohibió.
Desde el lugar, el periodista Bernardo Magnago (C5N) registró el testimonio de una mujer de 70 años que sintetizó la indignación del grupo: «Nos prohibieron traer baños químicos, no podemos cocinar, estamos encadenados desde las 20 de ayer. Cobro la mínima y el aumento fue de apenas seis mil pesos».
Otro de los jubilados recordó que la decisión de encadenarse no es casual: «Lo hacemos por prevención. La primera vez que vinimos, la policía nos reprimió».
Los testimonios se multiplicaron, todos con un denominador común: el recorte feroz en prestaciones, medicamentos y servicios esenciales. Un hombre relató a El Destape que debido al ajuste en PAMI tuvo que dejar de tomar remedios porque ya no están cubiertos y que tardaron más de un año en asignarle un turno con un cirujano.
Cada miércoles, los jubilados vuelven a la calle para exigir aumentos reales en jubilaciones y pensiones, además de un bono que permanece congelado desde 2024, mientras los precios de alimentos, alquileres y medicamentos continúan disparándose.
«Vienen las fiestas y no son para los jubilados ni para los pobres. No podemos poner lo que corresponde en la mesa. La estamos pasando mal», lamentó uno de ellos. Y cerró con una frase que refleja la angustia extendida entre miles de adultos mayores: «No puedo vivir con este sueldo. Zafamos porque tengo la casa que hice cuando era joven; si no, estaría bajo un puente».
Mientras el gobierno insiste en sostener su programa de recortes, son los jubilados, aquellos que dedicaron.

