El presidente Javier Milei volvió a protagonizar una de sus ya características contradicciones discursivas. Tras años de atacar públicamente al papa Francisco con calificativos como “zurdo”, “comunista” y hasta “representante del maligno en la Tierra”, ahora lo definió como “el argentino más importante de la historia”, a pocas horas de participar de los actos por el fallecimiento De Francisco.
En declaraciones radiales, Milei afirmó que el papa “era un líder impresionante” y confirmó su presencia en el funeral que se llevará a cabo este sábado en la Basílica de San Pedro, en Roma. “No puedo dejar de asistir a un evento de esta altura”, aseguró el mandatario, quien viajará acompañado por parte de su círculo más cercano.
La comitiva oficial incluirá a su hermana Karina Milei, al jefe de Gabinete Guillermo Francos, al vocero Manuel Adorni, al canciller Gerardo Werthein y a las ministras Patricia Bullrich y Sandra Pettovello. Además, personal médico, de custodia y protocolo ya partió rumbo a Italia para preparar la llegada del Presidente.
El giro en el discurso presidencial no pasó desapercibido. Durante la campaña y ya en funciones, Milei mantuvo una postura confrontativa con el Papa, a quien llegó a acusar de tener una ideología “colectivista” contraria a la libertad. Incluso uno de sus legisladores, Alberto “Bertie” Benegas Lynch, propuso públicamente romper relaciones diplomáticas con el Vaticano, generando polémica tanto en la oposición como dentro de su propia fuerza.
Ahora, ante el fallecimiento del Sumo Pontífice, el Presidente ensaya un viraje que genera desconcierto y alimenta las críticas por la falta de coherencia en su narrativa política. El contraste entre sus expresiones pasadas y su postura actual, lejos de quedar en el olvido, vuelve a exponer las tensiones internas y los vaivenes ideológicos que caracterizan a su gestión.
Milei se sumará al último adiós del Papa Francisco junto a líderes mundiales como Donald Trump (Estados Unidos), Giorgia Meloni (Italia) e Inácio Lula da Silva (Brasil), con quienes —según se informó oficialmente— solo mantendrá “contactos formales”.
Más allá del protocolo, la escena dejará una postal simbólica: el presidente que alguna vez despreció al pontífice, hoy se inclina frente a su legado, no sin antes agregar una nueva página a la larga lista de contradicciones que marcan su paso por la política argentina.