En un nuevo gesto de indiferencia hacia los sectores más golpeados por la crisis, el jefe de Gabinete, Guillermo Francos, confirmó que el presidente Javier Milei vetará cualquier intento del Congreso por mejorar los ingresos de los jubilados. Lo hizo durante su participación en el foro de la Cámara de Comercio de Estados Unidos en Argentina (AmCham), donde dejó en claro que, si se aprueba un proyecto de aumento para las jubilaciones, será bloqueado por el Ejecutivo.
«Sabemos que son las reglas de juego que tiene el sistema democrático y tenemos que lidiar con eso, pero estamos convencidos que norma que se apruebe, que vaya contra alguno de los ejes básicos de nuestra política, el Presidente la va a vetar», sentenció Francos, dejando en claro que el ajuste fiscal tiene prioridad absoluta, incluso si eso implica seguir postergando a millones de adultos mayores.
Mientras la inflación sigue deteriorando el poder adquisitivo de las jubilaciones mínimas, que ya no alcanzan para cubrir una canasta básica, el Gobierno nacional se aferra a su plan de recorte sin ofrecer alternativas concretas para proteger a los jubilados. El anuncio de un eventual veto llega justo cuando Diputados podría avanzar con un proyecto para mejorar los haberes.
Lejos de mostrar sensibilidad social, Francos reiteró que la principal meta del Gobierno es conseguir mayor respaldo parlamentario para avanzar con las llamadas “reformas de segunda generación”. Entre ellas se incluyen cambios estructurales en áreas clave como el sistema laboral y el esquema tributario, pero sin ninguna mención a mejorar la situación de los jubilados o los sectores más postergados.
“El Presidente decía en campaña ‘tengo reformas de primera, de segunda y de tercera generación’”, recordó Francos, refiriéndose a una agenda que, hasta ahora, sólo ha traído recortes y pérdida de derechos para quienes menos tienen.
En este contexto, el mensaje del Gobierno es claro: cualquier intento de mejorar el ingreso de los jubilados será combatido con un veto presidencial. Una decisión que, de concretarse, confirmaría que el ajuste de Milei sigue teniendo un único destinatario: los más débiles.