
Escrito por Lic. Miguel Fleytas
La deuda de Argentina con el FMI no es un dato menor: representa una carga económica y social que condiciona las políticas públicas, independientemente del signo político en el poder. Si bien Mauricio Macri aceleró el endeudamiento, Javier Milei ha heredado un pasivo complejo que obliga a ajustes y tiene consecuencias tangibles para la población.
La deuda acumulada: cifras que pesan
A marzo de 2025, Argentina adeuda 31.100 millones de DEGs al FMI, equivalentes a aproximadamente USD 41.363 millones . Esta cifra la ubica entre los países con mayor carga relativa al Fondo.
El nuevo programa acordado en abril prevé un ciclo de refinanciamiento de USD 20.000 millones, del cual ya se desembolsaron 12.000 millones .
Argentina ya acumuló unos USD 41.000 millones adeudados desde 2018 .
Plazos y pagos: una montaña difícil de escalar
En 2024, el país debía devolver casi USD 8.000 millones al FMI, incluyendo USD 2.798 millones en intereses lo que representa el 38 % del total a pagar ese año.
En los siguientes años (2025–2026) se prevén pagos de capital de USD 3.500 millones y USD 4.500 millones, respectivamente. En total, entre capital, intereses y sobrecargos, Argentina deberá pagar casi USD 54.000 millones hasta 2032 .
Según proyecciones, el acceso total propuesto al FMI podría dejar un crédito pendiente que supere hasta el 1 350 % de la cuota de Argentina en el Fondo .
El peso sobre el pueblo: ajustes y tensiones sociales
El impacto fiscal de esta deuda se traduce en políticas de austeridad que afectan directamente a la población.
Con Macri (2015–2019)
El acuerdo Stand-By de USD 57.500 millones (desembolsados: USD 44.500 millones) implicaba fuertes compromisos: reducción del déficit, cero déficit primario, metas estrictas de inflación y restricciones en el uso de divisas .
El impacto social fue evidente: entre 2017 y 2018, la pobreza aumentó del 25,7 % al 32 %, y la indigencia del 4,8 % al 6,7 % .
Con Milei (2023–presente)
Su gobierno ha avanzado con un programa de shock liberal: devaluación agresiva, ajuste del gasto público y apertura cambiaria. Aunque algunos indicadores macroeconómicos mejoran, el costo social sigue siendo alto, con una pobreza que afectaría al 53 % de la población y una caída del PIB del 4 % .
El FMI elogió la política económica de Milei, destacando avances en la inflación (en descenso), apertura cambiaria y superávit primario proyectado en un 1,6 % del PIB .
El futuro: ¿ajuste suave o shock brutal?
A largo plazo, Argentina debe encarar pagos de casi USD 54.000 millones al FMI hasta 2032, con una importante porción correspondiente a intereses cuando las tasas internacionales están altas y capital .
El Fondo mismo alerta que esa deuda es “prácticamente impagable” sin reformas profundas o reestructuraciones que incluyan quitas, ampliación de plazos y recortes de tasas de interés .
Mientras tanto, la población continúa pagando con deterioro de su poder adquisitivo, acceso restringido a beneficios sociales, y una inflación persistente que erosiona sus ingresos.
Conclusión
La deuda con el FMI es una herencia pesada que condiciona cualquier gobierno, ya sea Macri o Milei. Estos compromisos externos obligan a aplicar ajustes estructurales que afectan a los sectores más vulnerables: jubilados, asalariados, pequeños productores y trabajadores informales.
Bajo Macri, los ajustes se hicieron con gradualidad, pero tuvieron efectos sociales concretos más pobreza, mayor desempleo.
Bajo Milei, el enfoque “shock” busca estabilizar pronto, pero también genera tensiones institucionales y sociales, especialmente si no se construye consenso político.
En última instancia, el verdadero riesgo no está en quién gobierna, sino en si se logra combinar estabilización económica con justicia social o si el costo recae una vez más sobre los hombros del pueblo argentino.