Pese a las tensiones del mercado y las presiones internas, el ministro de Economía, Luis Caputo, confirmó que el esquema de bandas cambiarias continuará sin modificaciones tras las elecciones legislativas. La decisión, que busca sostener la política económica impulsada por el oficialismo, mantiene las mismas reglas en un contexto de creciente incertidumbre financiera y de reservas debilitadas.
«El esquema de la banda sigue, así que flotará como siempre dentro de la banda», declaró Caputo poco después de conocerse la victoria del oficialismo. La frase, pronunciada casi como un gesto de continuidad automática, contrasta con los rumores que circulaban sobre un posible pedido del gobierno de Estados Unidos para liberar el precio del dólar.
De hecho, el propio ministro se encargó de remarcar su cercanía con Washington: aseguró que mantuvo comunicación con funcionarios norteamericanos y que «están contentos» con el resultado electoral. La afirmación, más política que económica, deja entrever la sintonía del Ejecutivo con los intereses de los mercados externos, mientras la economía local sigue golpeada por la inflación, la recesión y la pérdida del poder adquisitivo.
En paralelo, el panorama cambiario sigue mostrando señales de fragilidad. De acuerdo con estimaciones de la consultora 1816, durante octubre el Tesoro de Estados Unidos intervino en el mercado comprando pesos por el equivalente a USD 2.100 millones. Sin embargo, esa inyección no alcanzó para evitar que el Banco Central tuviera que vender reservas: la semana pasada se desprendió de USD 45,5 millones luego de que el dólar mayorista tocara el techo de la banda, en $1.490,5.
Pese al reciente anuncio del swap por USD 20.000 millones con Estados Unidos, el dólar mayorista cerró la semana apenas por debajo del límite máximo del esquema. El tipo de cambio para la venta subió $13 y se ubicó en $1.492, mientras que el dólar minorista trepó a $1.515.
Mientras el Gobierno celebra la continuidad de su modelo y el «apoyo» externo, los datos muestran un mercado cada vez más intervenido, un Banco Central debilitado y un dólar que no encuentra estabilidad real. La pregunta que queda abierta es cuánto más podrá sostenerse una política que depende más de los gestos hacia Washington que de la recuperación de la economía argentina.
