La victoria del oficialismo desató una fuerte reacción en los mercados internacionales: subieron los bonos, repuntaron las acciones argentinas en Wall Street y el riesgo país retrocedió con fuerza. Sin embargo, detrás del entusiasmo de los grandes capitales, persisten los mismos desequilibrios económicos que golpean al bolsillo de los argentinos.
Los bonos globales en dólares escalaron hasta 24%, encabezados por el Global 2035, seguido por el Global 2041 (+23%) y el Global 2038 (+23%). La suba refleja la confianza de los inversores extranjeros en la continuidad del programa económico impulsado por el ministro Luis Caputo, un esquema que prioriza los equilibrios financieros por sobre la recuperación del poder adquisitivo y el empleo.
Con este repunte, el riesgo país, indicador clave para medir la percepción de riesgo de la deuda argentina, cayó cerca de los 1.000 puntos básicos. Desde Max Capital estiman que el rally podría extenderse hasta 30% en los títulos más largos.
En Wall Street, las acciones argentinas (ADRs) registraron saltos históricos, con avances de hasta 50% en algunos papeles bancarios y energéticos. En la Bolsa porteña, el S&P Merval subió 22% y alcanzó su mayor avance en tres décadas. Medido en dólares, el índice creció 31,4%, impulsado por compañías de servicios públicos y energía.
El dólar contado con liquidación, en tanto, retrocedió 7,3%, una baja que el Gobierno intentó presentar como señal de «confianza». No obstante, el movimiento responde más a operaciones financieras que a una mejora estructural de la economía, que continúa marcada por la recesión, el deterioro del consumo y un Banco Central con reservas al límite.
Mientras los mercados celebran, la economía real sigue mostrando síntomas de agotamiento. Los salarios continúan rezagados, la actividad industrial no se recupera y los precios básicos siguen en alza. En ese contexto, la euforia bursátil parece hablarle más a Wall Street que a los argentinos.
