
Lic. Mauricio Guerrero
El Gobierno intenta mostrar orden y éxito, pero la interna entre Santiago Caputo y los Menem, sumada a derrotas electorales y una economía que la gente no cree, exponen la fragilidad de La Libertad Avanza.
Por más que el gobierno nacional intente mostrar una realidad maquillada, la cuenta regresiva hacia una implosión interna ya comenzó dentro de La Libertad Avanza. Las disputas de poder se vuelven cada vez más evidentes y ponen en jaque la capacidad de conducción del presidente Javier Milei.
En los pasillos de la Casa Rosada, todos hablan de las tensiones entre Santiago Caputo, cerebro digital y jefe de ejércitos de trolls, y el clan Menem, representado por Martín Menem y Eduardo “Lule” Menem, bajo el ala de Karina Milei. Las últimas semanas marcaron un punto de inflexión: el escándalo de las coimas en la Agencia Nacional de Discapacidad, que involucra a Karina y a Lule, fue presentado públicamente como una “burda operación kirchnerista”. Una explicación que apenas convence al núcleo duro de votantes mileístas, pero que nadie en la propia coalición cree del todo.
Detrás del maquillaje, se sabe que los audios de Diego Spagnuolo circularon desde adentro. Y esa filtración encendió la interna. Caputo perdió terreno frente a los Menem, que lograron controlar el armado de listas electorales y lo relegaron al rol de operador de redes sociales. Una batalla silenciosa pero clave, que marca el pulso de un espacio en el que el poder real no siempre está en las manos del presidente.
La tensión se profundizó con la dura derrota del armado de Karina Milei y Martín Menem en Corrientes, donde su candidato quedó relegado al cuarto lugar. Un golpe político que debilitó aún más las aspiraciones del clan y evidenció la falta de estructura real en el interior del país.
No es un secreto que el clan Menem ya proyecta su propio futuro político: en los pasillos de Balcarce 50 se comenta la estrategia de instalarse como herederos del mileísmo para 2027, o para un eventual segundo mandato. El enfrentamiento no es menor: la disputa por la sucesión se libra mucho antes de que Milei cumpla siquiera un año en el poder.
Mientras tanto, afuera de esa burbuja política, la sociedad enfrenta una realidad que no se puede disimular con maquillajes. La recesión se profundiza, la industria se retrae y el día a día golpea con fuerza. Aunque el gobierno festeje que la inflación mensual se mantiene en torno al 1,7%, la percepción ciudadana es distinta: los precios en góndolas siguen subiendo por encima de esa cifra, las naftas aumentan tres, cuatro y hasta cinco veces en un mes, y la paciencia de la gente se agota.
Un informe reciente de la Consultora Zentrix lo confirma: casi 7 de cada 10 argentinos creen que los datos de inflación que publica el INDEC no reflejan lo que pasa en los bolsillos, ya que la mayoría asegura que el costo de vida sigue en alza.
La narrativa oficial puede intentar endulzar la realidad, pero las familias argentinas la viven de manera muy distinta en la calle, en la mesa y en el bolsillo.
La Libertad Avanza muestra al público una puesta en escena de cohesión y éxito, pero detrás del telón se libra una guerra de poder feroz. Y en esa contradicción se encuentra la verdadera fragilidad del gobierno: entre las peleas internas y la crisis social y económica que no da respiro, lo que queda expuesto es que el maquillaje tarde o temprano se corre, y lo real se impone.