 
                El reciente acuerdo entre Donald Trump y Xi Jinping, que reanuda las compras masivas de soja estadounidense por parte de China, abre un nuevo capítulo en el comercio agrícola global y genera repercusiones directas sobre el mercado argentino. En un contexto de precios internacionales volátiles y tensiones fiscales locales, la reactivación del vínculo entre las dos principales potencias económicas plantea un doble efecto para la Argentina: presión a la baja sobre los precios del poroto y una competencia renovada por el abastecimiento del gigante asiático.
Según confirmaron funcionarios estadounidenses, el compromiso incluye la adquisición de hasta 12 millones de toneladas de soja norteamericana en el corto plazo. El anuncio, que se concretó tras el encuentro entre Trump y Xi en Pekín, devuelve a Estados Unidos un rol protagónico que había perdido durante la guerra comercial iniciada en 2018, cuando los altos aranceles impuestos por ambos países redujeron drásticamente el flujo de exportaciones agrícolas. En aquel escenario, Sudamérica, especialmente Argentina y Brasil, había ocupado el vacío dejado por los productores norteamericanos, multiplicando sus envíos de granos hacia China.
Para la Argentina, el nuevo acuerdo implica un cambio de tendencia. Durante los últimos años, el país había logrado colocar cerca de 12 millones de toneladas de poroto de soja en el mercado chino, un volumen que cuadruplicó el promedio de la última década. Ese avance se dio, además, en paralelo con medidas locales como la eliminación temporal de retenciones para incentivar la liquidación de divisas, lo que incluso llevó a compradores chinos a reservar al menos diez cargamentos argentinos en cuestión de días, según informó Reuters. Sin embargo, con China volviendo a abrir sus compras a Estados Unidos, esa demanda extraordinaria podría desvanecerse.
Analistas internacionales advierten que el regreso de grandes volúmenes de soja estadounidense al circuito comercial global genera una presión “bajista” sobre los precios en la Bolsa de Chicago, una referencia clave para el mercado local. En ese sentido, la consultora S&P Global señala que la mayor competencia entre oferentes podría reducir el valor del poroto en el corto plazo, afectando la rentabilidad de los productores sudamericanos.
Pese a ello, en el sector agroindustrial argentino las alarmas no son unánimes. Argentina es el principal exportador mundial de derivados de la soja, aceite y harina, y la eventual caída en la demanda china de poroto podría traducirse en una mayor disponibilidad de materia prima para la molienda local, fortaleciendo la industria de valor agregado. Este reacomodamiento, destacan desde el complejo agroexportador, podría incluso favorecer la generación de divisas si se logra sostener el ritmo de exportaciones industriales.
El panorama global, no obstante, continúa siendo incierto. Según datos de AgroLatam, en septiembre China no había adquirido soja estadounidense, una señal de cautela que podría alterar los plazos de implementación del acuerdo. Aun así, la expectativa del mercado es que las compras se reactiven antes de fin de año, tal como anticipó el secretario del Tesoro de EE.UU., Scott Bessent, quien reveló que él mismo “sintió el dolor” de los aranceles por ser productor de soja.
En este nuevo escenario, los precios internacionales, las políticas impositivas locales y la evolución de la relación comercial entre Washington y Pekín serán factores decisivos para el agro argentino. Mientras el país busca equilibrar su balanza externa y sostener la competitividad del sector, el regreso de Estados Unidos al mercado chino obliga a reconfigurar estrategias y mirar con atención los próximos movimientos en la geopolítica del grano más emblemático del país.

 
         
         
         
         
        