Por el licenciado Diego Perez gentileza para la Agencia de Noticias La Rioja
El Presidente Javier Milei suele mencionar una frase en sus discursos y apariciones en los medios que es casi recurrente ya, “los argentinos de bien”, sin especificar concretamente a quienes se refiere y los establece como un colectivo que, en principio, recibirá todos los beneficios de sus políticas públicas y de todas las acciones que se ejecuten desde su administración.
Uno de esos supuestos beneficios es haber prácticamente disuelto el Ministerio de Desarrollo Territorial y Hábitat, desde el cual se ejecutaba la construcción de viviendas en todo el país a través de diferentes programas, el último de ellos el Casa Propia. Yendo a contramano de todos los derechos establecidos a lo largo de los años a nivel nacional e internacional.
Milei parece olvidar que el acceso a la vivienda es un derecho de tercera generación, surgido en 1980, vinculado con la solidaridad para incentivar el progreso social y elevar el nivel de vida de todos los pueblos. Esta categorización, que incluye a los derechos de primera generación (principios de libertad) y de segunda generación (económicos, sociales y culturales), se basa en una propuesta que los asocia a los valores proclamados en la Revolución francesa: libertad, igualdad, fraternidad.
También olvida que la Constitución de la Nación Argentina en el artículo 14 bis dice que: “El Estado otorgará los beneficios de la seguridad social, que tendrá carácter de integral e irrenunciable. En especial, la ley establecerá: el seguro social obligatorio, que estará a cargo de entidades nacionales o provinciales con autonomía financiera y económica, administradas por los interesados con participación del Estado, sin que pueda existir superposición de aportes; jubilaciones y pensiones móviles; la protección integral de la familia; la defensa del bien de familia; la compensación económica familiar y el acceso a una vivienda digna”.
Un poco raro para un Presidente que dice respetar las libertades y derechos de, volvemos a la frase, “los argentinos de bien”.
Incluso la misma Organización de las Naciones Unidas (ONU) establece las condiciones que debe tener una vivienda digna y adecuada, entre las que se destaca la seguridad de la tenencia, acceso a servicios como agua potable e infraestructura, que su pago no supere el 30% de los ingresos, contar con espacios suficientes y que debe dar acceso a oportunidades de empleo, servicios de salud, escuelas, guarderías y otros servicios e instalaciones sociales, entre otros aspectos.
La propia Constitución de la provincia de La Rioja indica en su artículo 47 que “el Estado propenderá al logro de una vivienda digna para todos los habitantes de la Provincia”. Y aunque las comparaciones siempre sean odiosas, solo alcanza con repasar que desde la década del 20 en el siglo XX hasta el primer gobierno de Juan Domingo Perón, la única herramienta para construir una vivienda eran los créditos hipotecarios y en ese período solo se entregaron unos pocos miles.
El verdadero impacto del aporte del Estado fue durante los dos primeros gobiernos de Perón, entre 1947 y 1955, en lo que se construyeron alrededor de 500 mil viviendas nuevas y a lo largo de la historia, todos los gobiernos nacionales democráticos, en mayor o menor medida, apostaron por la construcción de viviendas, con picos en los períodos de Carlos Menem y luego los gobiernos de Néstor Kirchner y Cristina Fernández, en los que se alcanzaron 800 mil soluciones habitacionales.
En la provincia de La Rioja esa dinámica nunca se detuvo, solo vivió horas oscuras en el gobierno de Mauricio Macri en el que solo se construyeron 400 viviendas en la provincia, quedando las empresas constructoras prácticamente en quiebra y con los trabajadores accediendo al seguro de desempleo. En particular, la gestión del Gobernador Ricardo Quintela, lleva hasta la fecha, entre viviendas entregadas y en construcción, hoy ya solo con fondos provinciales, más de seis mil soluciones habitacionales a través de diferentes programas, además de la construcción de lotes con servicios, la generación de leyes que otorgan seguridad jurídica a los propietarios y una férrea defensa de los bienes estatales que incluyó la recuperación de 3 mil has que fueron destinadas a la construcción de viviendas.
Ni hablar de la decisión del gobierno riojano de sumarle a cada vivienda un tercer dormitorio, para que las familias accedan a ellas no trasladen sus problemas de hacinamiento y puedan tener una mejor calidad de vida. Un costo que se financia con fondos netamente provinciales.
Para la gestión de Javier Milei, la vivienda es un asunto de privados y deja su construcción en manos de la banca privada, que colocan una oferta de créditos hipotecarios con condiciones leoninas para la gran mayoría de los riojanos, con intereses en UVA que se ajustan al índice inflacionario y no por el salarial.
Así, los argentinos y los riojanos de ley, que votaron un “cambio económico”, suman un elemento más para entender que la derecha en este país siempre fue un escenario de pocos, no hay lugar en esas tablas para los cabecitas negras del interior, para los asalariados que sueñan con ser clase media y la clase media que sueña con subir a ese escenario. Hoy la construcción de viviendas en el país vuelve a ser solo letra muerta en las hojas de una Constitución y si no fuera por la impronta de los gobiernos provinciales, solo quedaría el recuerdo en una foto.
Gobernar a veces suele ser un misión imposible, si quienes lo hacen no pueden entender que los tiempos y las situaciones cambian con una velocidad infrecuente y la cintura política y los reflejos para acomodarse son privilegio de pocos y para eso no hay que ser dogmático, ni morir con las botas puestas. La gente quiere que quien gobierne la acompañe y sea capaz de ser flexible. Ya no es más Balbín o Perón, tampoco debería ser motosierra o kukas o peronchos. Los argentinos y los riojanos de bien son todos, sin colores políticos. Por suerte algunos lo entienden, otros todavía no, aunque algunos de ellos, portando un apellido con tanto pasado en la política argentina y provincial deberían entenderlo mejor que nadie.