Más de un millón de adultos mayores trabajan en la Argentina, impulsados por la pérdida del poder adquisitivo de las jubilaciones. De ellos, más de 600.000 lo hacen en la informalidad, mientras que otros 433.525 mantienen empleos registrados, según datos de la Seguridad Social a junio de 2025.
La modalidad que más creció fue el monotributo, que ya alcanza a 212.865 jubilados, un aumento del 74% en la última década. Detrás se ubican los trabajadores en relación de dependencia (89.531), los autónomos (87.533) y los empleados de casas particulares (33.596).
Una tendencia en alza
El número de jubilados que continúan trabajando no para de crecer: en 2010 eran 176.153, en 2015 pasaron a 257.431, en 2023 sumaron 368.458 y este año superaron los 430.000.
Este fenómeno avanza en paralelo con el deterioro de los haberes, que se redujeron 41% en términos reales entre 2017 y agosto de 2025. Según el INDEC, la tasa de empleo entre personas en edad jubilatoria fue del 17,1% en 2024, equivalente a más de 1 millón de personas, cifra que este año continúa en aumento.
Ingresos por debajo del mínimo
El deterioro del poder de compra explica en gran medida esta tendencia. De los 6,2 millones de beneficiarios del SIPA, casi 3 millones (48%) cobran una jubilación mínima o menos, 1 millón (16%) entre una y dos mínimas, y el resto, 2,2 millones (36%), perciben montos mayores a dos haberes mínimos.
En noviembre de 2025, los jubilados y pensionados con la mínima cobran $333.085,39 más un bono de $70.000, totalizando $403.085.
La Pensión Universal para el Adulto Mayor (PUAM) asciende a $336.468 con bono incluido, y las Pensiones No Contributivas (PNC) por invalidez o vejez alcanzan los $303.160.
