En medio de un clima espeso y con el arbitraje bajo la lupa jornada tras jornada, Claudio «Chiqui» Tapia volvió a plantarse en modo defensa. El presidente de la AFA participó del Olé Summit, en la Usina del Arte, y aprovechó para bajar línea sobre un tema que incomoda a todos: la credibilidad del arbitraje argentino, hoy en uno de sus momentos más discutidos.
Tapia no negó las falencias, pero eligió minimizar la magnitud del problema: «Tan malo el arbitraje argentino no es. Cuando hay un error humano, cada uno lo ve a su manera. También hay artistas que predisponen mal», sostuvo, apuntando más al entorno, y a quienes «consumen cosas que no le hacen bien al fútbol», que a los propios árbitros.
En la misma línea, el dirigente trasladó parte de la responsabilidad a jugadores, técnicos, periodistas e hinchas. «A veces parece que los jugadores nunca se equivocan, que los técnicos nunca fallan. Acá no es corregir de un solo lado», lanzó en un mensaje que suena más a regaño general.
Tapia incluso recurrió al archivo para justificar que las sospechas sobre los arbitrajes no nacieron con su gestión. Citó a Julio Humberto Grondona y las históricas dudas en torno a Arsenal, para luego hacer un paralelismo con Barracas Central, su propio club, y con Riestra: «Siempre existió esa sugestión. Con Barracas, con Arsenal, con Riestra… ¿Cómo van a favorecer tantos partidos a un equipo que estuvo 24 o 25 partidos sin perder de local?».
El presidente también intentó despejar acusaciones de supuestos beneficios o castigos por vínculos personales o territoriales: «Decían que Aldosivi iba a ser perjudicado porque yo soy sanjuanino. Perdió y San Martín de San Juan descendió», recordó, como prueba de que las conspiraciones, según él, no se sostienen en los hechos.
Ya sobre el cierre, Tapia dejó una frase que resumió su postura: «Los partidos los ganan y los pierden los jugadores. Parece que nunca los pierden ellos ni los técnicos. Siempre se pierde porque el árbitro se equivocó».
Un discurso conocido, que intenta diluir responsabilidades en un momento donde el arbitraje argentino atraviesa una crisis de confianza evidente… y donde la dirigencia, lejos de ofrecer reformas de fondo, vuelve a refugiarse en los mismos argumentos de siempre.
