Patricia Bullrich entró con el pie izquierdo al Senado. Ni bien ingresó al recinto, la emprendió contra Luis Juez y Beatriz Ávila, que se sientan delante de la banca que ella pretende ocupar en el hemiciclo.
A la vista de sus colegas y el público, la ministra de Seguridad se quejó de que el cordobés y la tucumana tuvieran su asiento delante suyo, agenciándose un espacio que ella reclama para la tropa libertaria. «Acá va el bloque libertario, yo ya pedí que despejen», habría dicho en jerga policial.
Un senador aliado interpretó que «Bullrich quiere desalojar al PRO del Congreso, hasta en términos inmobiliarios».
La protesta de Bullrich apuntaba sobre todo a Ezequiel Atauche, que presenciaba el revuelo sin poder hacer demasiado. El jujeño venía de comerse un piquete de los senadores oficialistas ingresantes, que fueron a reclamarle a su despacho, montado en la vieja bóveda de la planta baja de la Cámara Alta, que intervenga para conseguirles despachos en el palacio, una batalla recurrente con cada recambio parlamentario y con un condimento esta vez: Victoria Villarruel habría avisado que vayan a pedirles las llaves de las oficinas a ella.
Como sea, la bronca de Bullrich se desató peor cuando notó que algunos legisladores juraban en compañía de más de tres personas, algo que se habría acordado con anticipación. De hecho, ella misma estuvo acompañada de su núcleo familiar más reducido.
En consecuencia, estalló cuando vio que la fueguina Cándida López se paró ante el estrado, rodeada por alrededor de seis personas. Desde su banca empezó a pedir explicaciones y otra vez cargó contra Atauche, quien trató de disuadirla alegando que López ya era senadora y revalidaba su mandato.
El argumento no la convenció. «Acá nadie tiene coronita», lanzó, y al rato comenzó a pedirle la palabra a Villarruel.
Del lado de enfrente, José Mayans se plantó: «no rompa las reglas», decía. Todas las bancadas habían acordado una sesión sin discursos, algo que planteó el oficialismo para que nadie embistiera contra Lorena Villaverde, pero Bullrich tocaba la pantalla de su tablero electrónico suponiendo que se activaría su micrófono y hablaba sin que su voz se amplificara. Solidario, Atauche le giró el aparato pero Villarruel no le concedió el uso de la palabra.
Por eso, la ministra salió disparada hasta el estrado y acometió contra el secretario parlamentario, Agustín Giustinian, y Villarruel. «Acá nadie tiene coronita», repitió, y agregó: «Todos tienen que cumplir la ley y el reglamento, y si no lo hacen cumplir ustedes, lo voy a hacer yo», desafió.
Finalmente, abandonó el recinto sin haber podido lucirse como esperaba. Para colmo, tuvo que echar a Villaverde del recinto, como informó LPO, y no le quedó otra que aceptar que se levante la sesión sin hacerse escuchar. Juez tampoco se movió de su banca.
