
Por Mariangel Oviedo Andrada
En un país donde muchas veces las voces de las personas con discapacidad quedan al margen, atletas como Roberto Elías se alzan para demostrar que la discapacidad visual no es un impedimento para soñar, competir y construir comunidad. Campeón Nacional en la categoría ciegos de Ajedrecistas Ciegos Unidos de Argentina (ACUA), Elías está en la antesala de participar en lo que será su mayor desafío: la segunda Paralimpiada de Ajedrez, que se realizará en Kazajistán entre el 19 y el 26 de octubre.
El recorrido humano detrás del campeón
Roberto participó en 2013 en su primer Panamericano de ajedrez para personas con discapacidad visual, experiencia que marcó el inicio de su recorrido internacional. Aún no compitió en paralimpiadas, y la cita en Kazajistán será la primera vez que pueda representar al país en ese escenario. “Fue en el Panamericano donde confirmé que el ajedrez era mucho más que un juego: era una oportunidad para seguir creciendo”, recuerda.
Desde joven, cuando comenzó a perder la visión, Elías halló en el ajedrez no solo una forma de ocio, sino un sostén emocional, una manera de seguir en contacto con el mundo, de sentirse útil, de competir, y de demostrarse a sí mismo y al resto que las limitaciones pueden abrir puertas, no sólo cerrar caminos. “El ajedrez me dio una meta, un objetivo”, dice, y relatar cómo difunde la disciplina mediante su canal de YouTube e Instagram es parte de su compromiso con todos aquellos que podrían pensar que la discapacidad los obliga al silencio.
Más allá del tablero: la fuerza de Tándem Norte
Además del ajedrez, Roberto participa en ciclismo adaptado, utilizando bicicletas tándem: una modalidad en la que un guía acompaña físicamente a la persona con discapacidad visual, guiando y pedaleando juntos. Lo hace a través del grupo Tándem Norte, un espacio que se convirtió en parte de su vida cotidiana. “Cada vez que voy a Tándem es como un bálsamo que me llena de energía, no solo por el entrenamiento, sino porque somos solidarios unos con otros”, cuenta.
Este grupo no solo le devolvió la alegría de pedalear, también fue clave para ayudarlo a conseguir los fondos necesarios para seguir representando a la Argentina en el plano internacional. Allí encontró comunidad, apoyo y la certeza de que la inclusión también se construye desde lo colectivo.
Las dificultades y los sueños pendientes
Aunque fue convocado por la FIDE para participar en la Paralimpiada de Kazajistán, aún no se confirmaron los pasajes provistos por la Federación Internacional, ni están resueltos todos los requisitos que hacen posible el viaje, desde seguros hasta los tiempos logísticos. La financiación estatal, por otro lado, no está presente: ni para este viaje ni para los anteriores. Roberto ha contado que no recibe aportes de la Secretaría de Deportes, y depende en cambio de campañas de difusión, rifas, apoyo de su comunidad, y donaciones.
Esto refleja una situación que no es aislada: muchas personas con discapacidad que hacen deporte encuentran barreras económicas, logísticas y de visibilidad que les impiden desarrollar plenamente su potencial.
Impulso provincial: la necesidad de políticas locales
Elías señala que hay provincias donde no hay jugadores con discapacidad visual que representen, como ocurre en La Rioja, San Juan, Misiones, Chaco y Corrientes. En muchas zonas, la práctica del ajedrez adaptado simplemente no existe o no se conoce.
Aquí yace una oportunidad concreta: el impulso desde lo local. Provincias, municipios y organizaciones sociales podrían:
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Incorporar en sus programas deportivos locales actividades adaptadas, no solo como “extras” sino como parte integral de las políticas de deporte inclusivo.
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Capacitar entrenadores, árbitros, escuelas de ajedrez o clubes, para que sepan adaptar tableros, piezas con sello, reglas accesibles, etc.
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Promover espacios de encuentro provincial que visibilicen a personas con discapacidad, para que otros jóvenes sepan que existe esa posibilidad.
Reflexión crítica: deporte adaptado, discapacidad y el Estado
Desde el plano nacional, la experiencia de Roberto pone de relieve una tensión: por un lado, se anuncian derechos, convenciones y políticas de discapacidad; por otro, la realidad de financiamiento, acompañamiento institucional y articulación efectiva con organismos públicos deja mucho que desear.
Algunas reflexiones:
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Que la discapacidad no sea un obstáculo no significa que no haya obstáculos reales: económicos, de infraestructura, de recursos humanos, de acompañamiento.
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El deporte adaptado no puede depender exclusivamente del esfuerzo individual, de rifas, apoyos voluntarios o altruismo. Es responsabilidad del Estado asegurar los recursos necesarios para la participación plena.
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Cuando el Estado se ausenta, como dice Roberto al afirmar que la Secretaría de Deportes ya no aporta, el costo recae sobre familias, comunidades y la voluntad de quienes creen que otro modelo es posible.
El valor trascendente
Al final, lo que Roberto representa trasciende el ajedrez. Él es testimonio de:
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la resiliencia: adaptarse, buscar caminos cuando otros parecen cerrados;
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la solidaridad y el tejido comunitario: porque no gana solo, sino con quienes lo acompañan;
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la voz de quienes muchas veces no son escuchados: al hablar, difundir y visibilizar el ajedrez para personas con discapacidad visual, rompe silencios y genera nuevas expectativas;
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el poder del deporte como puente entre lo físico, lo emocional y lo simbólico.
Roberto dice: “Me gustó el ajedrez y gracias al ajedrez yo también pude seguir adelante con mi discapacidad, que no me frenó”. Esa frase puede ser brújula para la provincia, para las instituciones, para quienes diseñan políticas: el deporte adaptado no es meramente un derecho reconocido, sino una semilla de dignidad, de comunidad y de sueños posibles.
📲 Podés seguir a Roberto en Instagram: @ajedrezconrober y a su equipo de ciclismo @tandemnorte.