
En conferencia de prensa, el sobreviviente narró los detalles de sus 13 días de odisea en la montaña, revelando las técnicas extremas que utilizó para mantenerse con vida.
Imagen: Treinta y Ocho Setenta
José Portugal rompió el silencio y contó ante los medios de comunicación sobre los 13 días que permaneció perdido en el cerro, en una experiencia que puso a prueba los límites de la resistencia humana. Con visible emoción, el atleta relató cómo logró sobrevivir utilizando técnicas extremas de supervivencia.
En primer lugar, comentó sobre su llegada a la montaña «Llegué al Club Legislativo tipo 9, le mando un audio a mi mamá. Me preparo pongo mi celular, la radio. Me iba al Soldado, hasta ahí fui bien, seguí por la senda de los 19 km del Quebracho. llego a la vertiente, dijo que subió por la senda equivocada”
«Llegue arriba y la niebla estaba a full, era blanco. Buscaba sendas, ahí entran las dudas y tomo una mala decisión: bajo al Dique. caminé por 9 horas, llegué a un precipicio y no pude seguir, estaba en shock», relató.
Las Claves de su Supervivencia
Portugal explicó que su supervivencia se basó en tres pilares fundamentales: la obtención de agua mediante la extracción del líquido de los cactus cardón y el consumo de su propia orina, el uso de pasto como colchón y abrigo, y la construcción de cinco refugios diferentes adaptándose a las circunstancias del terreno.
«Una persona puede estar 3 días sin agua y 13 días sin comer», explicó Portugal, demostrando que tenía conocimientos previos de supervivencia que fueron cruciales para su resistencia. Los primeros días se mantuvo con pasas de uva y nueces que había llevado consigo.
El Día que cambió todo
Portugal identificó el día 10 como un momento clave en su odisea: «fue clave porque encontré rastros y vi parte de la ciudad». Sin embargo, el verdadero punto de inflexión llegó el día 8, cuando descubrió una fuente de agua natural.
«Iba caminando por la parte de arriba y veo una línea verde. Recibí como cuando alguien te dice ‘baja’: encontré agua. Metía la botella, esto cambió todo para mí, me volvió a la vida», relató con emoción visible.
El sobreviviente describió meticulosamente su rutina diaria. «El día dos fue el más importante porque es cuando tomás conciencia», explicó. «Te empieza la culpa: ‘¿por qué no me regresé?’. Yo me fui controlando. Sabía lo que tenía que hacer. Ese día tomé la decisión de no hacer nada que no estuviera pensado».
La disciplina mental fue clave en su supervivencia. Portugal desarrolló estrategias específicas para conservar energía: «A la noche, con el frío, hay que quedarse en el refugio; no hay que hacer ningún desgaste. Empecé a orinar en una botellita de agua y la tomaba de noche. Empecé a rezar a mi manera, controlando la mente».
Los cinco refugios
A lo largo de su experiencia de supervivencia, Portugal construyó cinco refugios diferentes, adaptándose constantemente a las condiciones del terreno. «Me encontré con un precipicio. Limpié para hacer un refugio; el colchón fue pasto», describió sobre su primer refugio.
El refugio más desafiante fue el número 5, al que llegó después de un descenso que describió «al mejor estilo ‘Misión Imposible'». «No sé cuántos metros fui. En eso veo una plantita, dejé que llegara, trabé, saqué el brazo, estuve un rato. Bajo no sé cuántos metros hasta la parte plana; no me pasó nada, ni un corte».
El Momento del Rescate
El día 13, cuando su cuerpo ya rechazaba incluso el agua que lograba conseguir, Portugal escuchó las voces de sus rescatistas. «Al rato escucho voces y gritos: ‘¿Cómo te llamás? ¿Podés bajar?’. Se me aflojaron las piernas», recordó.
Su primera reacción al ver a los rescatistas fue clara: «Lo primero que digo fue: ‘Avisen que estoy vivo'». Los equipos de rescate le proporcionaron suero y una barrita energética antes de equiparlo con guantes, cascos y arneses para el descenso seguro.
Portugal expresó su gratitud especial hacia las autoridades que coordinaron su búsqueda. Cuando reconoció al intendente y gobernador, «les dije gracias por no soltarme la mano y ahí me relajé», confesó emocionado.
Actualmente, José Portugal está recibiendo tratamiento por estrés postraumático, una consecuencia comprensible después de vivir una experiencia de tal magnitud. Su testimonio público ha servido no solo para cerrar este capítulo de su vida, sino también como un ejemplo extraordinario de resistencia humana y supervivencia en condiciones extremas.