
A seis meses de la represión en la manifestación por los jubilados del 12 de marzo, el gendarme Héctor Guerrero declaró hoy ante el juez federal Ariel Lijo en el marco de la causa que investiga las lesiones sufridas por el fotógrafo Pablo Grillo.
“Jamás tuve la intención de lastimar a ninguna persona”, sostuvo el efectivo en Comodoro Py, donde se le notificó formalmente la imputación.
De acuerdo con la investigación, un informe conjunto de la División Balística de la Policía de la Ciudad y de los peritos de la querella y la defensa concluyó que las heridas de Grillo fueron causadas por una violación en el uso de las pistolas lanza gases. El arma -una FM con numeración de serie 00660- estaba empuñada por Guerrero. Las normas de seguridad del fabricante establecen que estos dispositivos deben dispararse de forma oblicua hacia el suelo para amortiguar la fuerza, y nunca directamente contra personas, por el riesgo de lesiones graves o muerte.
Guerrero admitió los disparos pero se declaró inocente. “Con el humo y el agua del hidrante se complicaba la visión, además tenía puesta mi máscara antigas”, explicó. También señaló que el lanza gases “no tiene aparatos de puntería ni cañón estriado, por lo que el cartucho sale de manera irregular”. Según su descargo, todos los disparos fueron dirigidos “a lugares seguros” y su actuación se ajustó “a las instrucciones y al manual de uso” del arma.
Mientras avanza la causa judicial, la familia de Grillo informó sobre la evolución del fotógrafo. Su padre, Fabián Grillo, precisó que su estado “sigue siendo delicado” pero estable, tras una nueva intervención quirúrgica que lo había derivado a terapia intensiva hace tres semanas. “Está un poquito más receptivo y clínicamente está bien. Ya le sacaron la sonda y la guía, está más charlatán”, relató.