
El pago de impuestos, aunque suena como una obligación legal es también una responsabilidad colectiva y en datos de la Dirección General de Ingresos Provinciales (DGIP) muestran que en La Rioja la responsabilidad es asumida por gran parte de la población, que con su aporte sostiene servicios esenciales tuvo un aumento que permite el sostenimiento del Estado.
Luis Aguilar, director de DGIP, anunció un dato inadvertido para algunos y alentador para todos ya que las arcas provinciales: en agosto, La Rioja superó por primera vez los 14.300 millones de pesos en recaudación propia. Y no se trata solo de un número frío, sino de una señal clara de que los contribuyentes han comprendido la importancia de sostener al Estado con su aporte.
Aguilar fue contundente al explicar que “estamos 10 puntos arriba de la inflación” y que el crecimiento interanual alcanzó el 45%. ¿Cómo se explica este fenómeno en medio de un país que atraviesa una crisis de recaudación en varias provincias y una caída de la coparticipación? La respuesta está en la palabra conciencia.
Sí, conciencia tributaria. El mano a mano con el contribuyente, la digitalización de los trámites y, sobre todo, la cercanía en la gestión ha dado resultados. Hoy los riojanos entienden que cuando pagan el impuesto inmobiliario, automotor o de sellos, están financiando hospitales, escuelas, programas de justicia. Nada de eso es gratuito; todo se sostiene gracias a quienes cumplen.
Pero este dato alentador contrasta con una realidad preocupante: la Nación le da la espalda a La Rioja. Desde la asunción de Javier Milei, en diciembre de 2023, se interrumpió el envío de los fondos extra de coparticipación, y hoy la deuda acumulada ya ronda los 850 millones de dólares, según fuentes del gobierno Provincial. A esto se suma que también los fondos coparticipables que se giran a las provincias se ajustan a valor de un presupuesto 2023, sin contemplar que la inflación fue del 211,4 % ese año, del 117,8 % en 2024 y que en lo que va de 2025 ya acumula un 17,3 %*. Este desfasaje evidencia que el manejo de los recursos nacionales no acompaña la verdadera dinámica económica del país.
Mientras los ciudadanos de esta provincia se esfuerzan por estar al día, el gobierno nacional restringe, demora o directamente reduce transferencias que son vitales.
Estamos ante una contradicción evidente. De un lado, una sociedad que muestra madurez fiscal, que confía en que su aporte fortalece las políticas públicas locales. Del otro, una administración central que mira para otro lado cuando se trata de garantizar un federalismo real.
Es cierto, todavía la recaudación propia apenas roza el 13% del total de los recursos provinciales. Nadie desconoce que seguimos dependiendo en gran medida de los fondos nacionales. Pero la tendencia es clara: La Rioja está mejorando sus ingresos genuinos gracias a la responsabilidad de su gente. Y en ese contexto, que el Estado nacional reduzca o postergue envíos no solo es injusto, sino que erosiona la confianza en el sistema en su conjunto.
El ejemplo que marcan miles de contribuyentes riojanos merece ser acompañado con hechos concretos desde Buenos Aires. No se puede exigir responsabilidad en las provincias si, al mismo tiempo, se castiga con la retención de recursos que corresponden por derecho.
Hoy, cuando Aguilar insiste en que “nada del Estado podría funcionar sin los impuestos”, está diciendo algo más profundo: sin confianza y sin equidad, el contrato social se resquebraja. Y aquí, en La Rioja, la ciudadanía está cumpliendo su parte. Ahora le toca a la Nación cumplir la suya.
*Datos extraídos de los índices de precios al consumidor (IPC) realizado por INDEC
Editorial Especial Agencia de Noticias La Rioja