La industria textil argentina atraviesa una crisis sin precedentes. Según un informe de la Fundación ProTejer, el 70% de las empresas sufrió una caída del 21% en sus ventas respecto al primer trimestre de 2023. A esto se suma una baja sostenida en la producción, con el 50% de las firmas reportando un descenso promedio del 3% frente a 2024, y un 75% con mermas del 20% en comparación con dos años atrás. El uso de la capacidad instalada sigue sin mostrar señales de recuperación.
Entre los principales factores que explican esta situación se encuentran la pérdida del poder adquisitivo de los consumidores (señalada por más del 80% de las empresas), el aumento de las importaciones (63%), y la apreciación del tipo de cambio (40%). Este combo ha generado un escenario de fuerte retracción de la demanda interna, presión externa y condiciones cambiarias adversas.
El empleo también está en jaque. El 72% de las empresas tomó medidas de ajuste desde fines de 2023 hasta marzo de 2025, y 6 de cada 10 redujeron su plantilla de trabajadores. A su vez, las inversiones están paralizadas: 7 de cada 10 empresas no invirtieron en maquinaria durante 2024, y 8 de cada 10 no planean hacerlo en 2025.
En cuanto al comercio exterior, 8,5 de cada 10 compañías enfrentan obstáculos para exportar, principalmente por el tipo de cambio y la presión tributaria.
De cara al futuro, las expectativas son inciertas: el 40% de las firmas cree que la situación empeorará, otro 40% que se mantendrá igual, y solo un 20% prevé mejoras. Ante este panorama, el sector propone una reforma tributaria con enfoque federal, control sobre las importaciones, corrección del tipo de cambio, y medidas de incentivo al consumo interno. Se necesitan políticas públicas activas y coordinadas para revertir la crisis, recuperar el empleo y fomentar la inversión en un contexto de alta incertidumbre y caída del dinamismo económico.